Ya hace años que lo tenía como algo pendiente, siempre pensé en animarme a hacer

esa caminata, ruta Rubí-Monasterio de Montserrat,

36 km, casi todo por pistas, campo a través, algún pequeño tramo de carretera y al llegar al teleférico, subir por las rocas hasta el Monasterio.
Me habían contado lo duro que es, sobre todo la última subida, empiezas subiendo rocas hasta que encuentras las escaleras que te llevan arriba, duras, muy duras, escalones desiguales, algunos muy altos, y sobre todo "matadores" después de todo lo que ya llevas caminado hasta llegar allí.
Pero

de este año no podía pasar, así que, empezamos por celebrar un cumpleaños y después, mochila a la espalda con lo justo, allá nos fuimos.
Salida 7'30 de la tarde, ruta trazada,

Rubí-Ullastrell-Olesa-Monistrol-Monasterio, la marcha fue a un paso bastante rápido, llegamos antes de lo previsto (si no estoy equivocada como una hora y media larga).
La primera parada en Ullastrell donde cenamos y tomamos café caliente,

(la noche era fresquita). Cruzamos una urbanización llena de cuestas (a quien se le ocurre poner casas ahí arriba), fue más llevadero subirlas al saber

que habíamos ganado la liga, jejeje, y llegamos hasta Olesa donde nos detuvimos para recuperar el aliento como unos 20 minutos.
Desde allí el último tirón hasta el aéreo (teleférico), donde nos esperaba

un caldito caliente y tres cuartos de hora de descanso para enfilar la última y durisima subida a la montaña, de paso aprovechando para masajearse los pies,

picotear algún dulce y empezar a notar el cansancio que se va acumulando con las horas.
El principio de la subida es por la misma roca, subiendo piedra a piedra la montaña, con la luz que nos dan los frontales nos vamos acercando al tramo de escaleras

, es tan duro como me habían contado, pero ya no por la subida en si, si no por el cansancio que ya vienes arrastrando.
Se hace de día un poco

antes de que pueda llegar al fin del camino, pero vale la pena verlo desde la subida, escalón a escalón va saliendo el sol y cuando miras abajo, distingues el valle por el que cruzaste un rato antes, un par de montañas bajas que has atravesado hasta llegar allí y parece increible.
El cansancio

es brutal, además estoy dolorida, tengo una ampolla en un pie, la cadera derecha me duele bastante, he echado mano del ventolín

un par de veces, pero vale la pena, el último tramo de escaleras los subo corriendo, para llegar a la plaza del Monasterio y terminar como todo el mundo, tirada por el suelo, nos espera un chocolate caliente y la satisfacción de haber

llegado arriba.
Ha sido duro, bastante, sobre todo por no haber ido con la preparación adecuada para ello, pero si las circunstancias lo permiten

no va a ser la primera vez, posiblemente el año que viene vuelta a pasar este "via crucis" con tal de disfrutar lo que se siente cuando por fín llegas arriba.
Os dejo unas imágenes para que podáis haceros una idea de lo bonito que es, aunque os aseguro que es imposible imaginar la satisfacción de haber estado allí.