Premio de honor

Hoy tengo el honor de contar con un premio que mi querida Shakkarah me ha ofrecido desde su blog, así que para ella le dejo un escrito que me envió hace un par de días mi amigo Alvaro, estoy segura de que cada uno de nosotros daría media vida por tener esos "5 minutos" que el me cuenta.

Me es tan difícil vivir en esos cinco minutos, cuando todo lo que existe me habla de ella. Es la soledad de los 5 minutos más terribles que nadie pueda vivir: nunca 5 minutos han sido tan horrorosos, tan largos, tan inmensos. Todo el mundo pide tiempo, yo sólo quiero 5 minutos, nada más: no es demasiado, ¿verdad?.

Cada minuto se llena de miedos, y de recuerdos. Cada minuto se llena de reproches que se desvanecen ante el Sol. Sigo sin ver la Luz cada mañana, por esos malditos 5 minutos. Cada minuto mi corazón late 70 veces, lo que hace 350 latidos: me separan de la felicidad 350 latidos, ¿y si esperara a que el corazón se me parara?, son sólo cinco minutos los que separan el cielo del infierno.

Una vida por una mirada, sólo una: lo ofrezco todo: lo que soy, lo que fui y lo que seré, lo que tengo y lo que pueda llegar a tener, pero parece ser que no es bastante: debo ser poca cosa, para que eso no baste: debo ser un pensamiento en la mente de un dios malvado, que se siente feliz viendo como me desangro por unos putos 5 minutos.

Si pudiera adelantarme al tiempo, si pudiera correr como nunca, tanto que pudiera hacer que el reloj fuera hacia atrás, y ver de nuevo como el tiempo se para, como las cosas se frenan y mientras la mano de Dios me toca, los ojos de Dios me ven, sólo si pudiera hacerlo durante 5 minutos.

¿Quién puede darme esos 5 minutos?. Tan sencillo, tan duro. Sólo 5 minutos que nunca existen, que nunca están: cinco minutos que no paran de pasar. Cinco minutos como cinco disparos sobre mi alma. Ya apenas tengo alma, apenas me reconozco dentro de lo que soy, viejo y cansado, agotado. Si pudiera correr esos cinco minutos, sólo una vez: vendería mi alma al diablo, como Fausto, por ver de nuevo el mundo a través de los ojos que tuve el inmenso privilegio de mirar: sólo una vez más despertarme cada mañana con la fuerza que te da el sentirte amado y amar sin temer, el enfrentarme a los molinos sabiendo que esta vez son ellos los que van a perder, hundir mi nariz en el aroma del amor, sólo eso pido: ¿quién me puede dar esos 5 minutos?. Maldito Dios, que no me los da, a pesar de que cada día rezo por ello, por sólo 5 minutos.

No pido la paz del mundo, ni la felicidad, sólo 5 minutos, tan breves y tan largos que están durando toda mi vida: vuelvo a pensar en la frase que dirigió el general espartano a los suyos en la llanura de Platea, "¿de verdad queréis vivir para siempre"?

Pero no me oirá, me refiero a Dios, volverá a mirar hacia otro lado, como ella hizo, porque no merezco ni siquiera eso. A veces me gustaría ser como las flores, o como una mosca, a eso aspiro. A dejar de ser insignificante y al menos hacer algo bien.

Son tan largos estos 5 minutos que nunca acaban, ¿acabarán mañana?.